Ella soy yo




Desperté con los primeros pájaros y ya mi lámpara moría,
y me fui a la ventana abierta y me senté
con una guirnalda fresca en mis cabellos sueltos.
Por el camino venía él en la niebla rosada de la mañana;
traía al cuello una cadena de perlas y el sol le daba en la frente.
Y se paró en mi puerta y me dijo ansioso:
"¿dónde está ella?, di".
Me dio vergüenza de decirle:
"ella soy yo, hermoso caminante. Ella soy yo".

Anochecía y aún no habían encendido;
yo me cogía el pelo con desgana.
El llegaba en su carroza, toda incendiada de rojo por el sol poniente.
Traía el traje lleno de polvo,
la espuma herbía en la boca delante de sus caballos.
Se bajó a mi puerta y me dijo con voz cansada:
"¿Dónde está ella?, di".
Me dio vergüenza de decirle:
"Ella soy yo, caminante fatigado. Ella soy yo".

Esta noche de abril,
la lámpara arde en mi alcoba que la brisa del sur colma suave;
el loro charlatán duerme en su jaula;
mi vestido es azul como el cuello de un pavo real
y verde mi manto como la hierba nueva.
Sentada en el suelo junto a la ventana
miro la calle desierta,
y no me canso de cantar
"ella soy yo, caminante sin esperanza. ¡Ella soy yo!"".


Comentario:

La chica lista, por razones insuficientes, deja pasar su verdadero destino, su amor verdadero, lo único que la puede salvar, una y dos veces. Son pérdidas de vidas posibles, irreemplazables y perdidas para siempre, como la metáfora de los Universos paralelos. Porque es el caso que el amor verdadero es un suceso extraordinario y raro que se presenta muy pocas veces en la vida. Mucha gente no lo encuentra nunca, otra lo pierde y otra, como la chica lista, lo deja pasar. El resultado es el mismo.